Uniones inconexas

¿Dónde quedaron aquellos versos amargos? ¿Dónde quedó la melancolía que arrastraba con la mirada perdida en el cielo nocturno? ¿Dónde quedó la inocencia de que un día volaría entre las golondrinas? ¿Dónde está aquella chica perdida en sueños de mariposa y alas de hadas del bosque?

Largos días han pasado ya, largos y tendidos al sol secando las eternas lágrimas derramadas. ¿Por qué añorar aquello? ¿Por qué sentirme conectada a algo que me hacía tan chiquita, diminuta, invisible al mundo?

Ahora que vuelvo a naufragar entre lomas de desierto sin sol, sin que haya camino que seguir, sin objetivo claro que alcanzar, me siento aún más perdida que en aquellos remotos días de angustia incontrolada porque entonces sí sabía cual era mi objetivo, llegar a los 18 y largarme de aquel pueblo y de todas las personas que habían mutilado mis alas.

Ahora siento que no hay rumbo, ni bandera, ni destino, simplemente errante en tierras extrañas…  Ni camino, ni objetivo. Nada.

Y en este caos, en esa nada que me consume, ha sonado una canción; en esa nada, en ese caos mental, he escuchado una voz, y ella me ha recordado a esos días en que la escuchaba tirada en la cama, pasando horas muertas en mi habitación, pero que sus canciones me daban vida, me daban oxigeno para levantarme de la cama cada día. Y como dos piezas que se juntan he sentido la unión como un alivio, un extraño alivio, escuchar su voz ha sido volver a casa, volver a conectar con aquella adolescente que fui, como encontrar algo perdido, o escondido. Esa canción ha sido volver a mi hogar, a mi yo, tal vez, más profundo. Paradojamente.

Y en ese momento he recordado de donde vengo, y que no volvería atrás, jamás, y que ahora, como entonces, es mal temporal, que pasará. Si aquello pasó y vinieron tiempos mucho mejores, ¿Por qué no ahora también? Recuerda, Cristina, la paciencia nunca ha sido ni tu amiga ni tu mayor virtud.

2 respuestas a “Uniones inconexas”

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